Quick Tiny Shows #04 – "Arquitectura Para Plantas"
“La cuarta edición de estos extraños experimentos curatoriales, para-institucionales e independientes que decidimos llamar "Quick Tiny Shows" está, paradójicamente, dentro de una de las organizaciones culturales más importantes de la ciudad, el Museo de Arte Latinoamericano de Buenos Aires (MALBA). Inmersos en el contexto actual, sofocados por una profunda pobreza ideológica y un notable desencanto por un mundo en medio de una crisis ecológica, para esta edición especial, le pedimos a diez participantes locales e internacionales que tomen un momento para observar de cerca diferentes características destacadas presentes en el mundo vegetal para luego desarrollar una serie de objetos considerando una nueva relación doméstica entre humanos y plantas. Oliver Sacks, en un pequeño texto que el autor inglés dejó preparado para su publicación poco antes de su muerte, nos abre el camino para reconsiderar la jerarquía darwiniana canónicamente aceptada que da lugar a la naturaleza excepcional del ser humano sobre las especies que lo rodean, ese especismo que Donna Haraway ha denunciado tanto en las últimas décadas. De alguna manera, Sacks afirma en este texto que las meticulosas observaciones de plantas específicas llevan a Darwin a aprender sobre los seres humanos estableciendo un vínculo de interdependencia primario entre animales y plantas. Lejos de ser una ciencia menor, la botánica puede convertirse entonces en una puerta de entrada para la aceptación de diferentes individualidades dentro de una ontología plana que opera evitando cualquier tipo de pensamiento esencialista para formar nuevos lazos imprecisos de parentesco entre entidades particulares que, a su vez, generan nuevas entidades únicas. Esta exposición extremadamente breve, bajo el título de "Arquitectura para Plantas", lleva esta concomitancia al entorno doméstico y espera desencadenar nuevas incógnitas sobre cómo interactuamos con otras especies. Ya liberados de la búsqueda de esa planta original de la que derivan todas las demás, ingresamos a un territorio plástico, móvil y transformador, donde la responsabilidad y la amabilidad con lo no humano emergen como una condición fundamental para la convivencia. El diseño aquí puede operar no solo como una herramienta para el análisis y reparación de una naturaleza quebrantada, sino como una disciplina inclinada a reconectarse con nuestro entorno material inmediato, trayendo de vuelta una realidad que parece habernos escapado. Nuestra instalación no es un "locus amoenus" ni un "locus terribilis": ni un hermoso lugar ideal al que queremos escapar, ni un foco de horror y violencia del que huir. Es más bien un punto de encuentro único sin origen, que saca a la luz la magia, el misterio y el enigma, territorios oscuros tristemente erradicados de la arquitectura y el diseño contemporáneos. O visto de otra manera, simplemente puede ser un lugar temporal de amor puro no solo hacia los objetos que creamos a diario, sino hacia esos organismos que damos por sentado, pero que son parte de lo que somos y hacia donde vamos.” Juan García Mosqueda